La Torre de Tatlin


La imagen de la Torre para la III Internacional Comunista más conocida como la Torre de Tatlin, su autor, es el ícono por excelencia de la vanguardia artística y arquitectónica ruso-soviética de la década de 1920.
El proyecto irrealizable para su época aspiraba a expresar la esencia de la revolución de Octubre de 1917 en un edificio-monumento de 400 m de altura y características extraordinarias.
Nunca construido se trató de un proyecto utópico en su ingeniería que aludía a una utopía político y social.
En sus días sin embargo en plena efervescencia romántica revolucionaria no se veía como ninguna utopía sino como la expresión de una voluntad firme de avanzar en la construcción del socialismo en todos sus niveles.
Tatlin fue encargado por el novel Departamento de Bellas Artes (IZO) para diseñar un monumento a la revolución a principios de 1918, en el marco del Plan de Propaganda con Monumentos , 9lanzado por Lenin e instrumentado por su Comisario de Cultura, Lunacharsky. 

Se buscaba dar un salto cualitativo en el modo de diseñar monumentos para la ciudad. En una primera etapa de negación directa se realizó una campaña de desmontaje de los monumentos clásicos erigidos a los zares y sus servidores, a nivel político y religioso. El diseño de Tatlin aparece ahí como una respuesta de carácter positivo, como una propuesta de un nuevo tipo de monumento urbano. “Ni lo viejo ni lo nuevo: lo necesario”, escribía Tatlin. En términos contemporáneos su intención era muy clara: definir un nuevo paisaje urbano con un mega-objeto, un edificio-monumento en vertical.

El diseño de la Torre se nutre de las tradiciones urbanas rusas. Hasta el SXVII existía una prohibición religiosa que impedía construir monumentos. Los mismos edificios cumplían esa función. En general edificios de tipo religioso, político y militar, todos tenían una silueta muy expresiva que se diferenciaba desde lejos en el extenso paisaje ruso.

Tatlin había sido marinero y pintor de íconos. Ambas experiencias inspiraron sus investigaciones sobre “contra-relieves” y materiales sintetizándose en la Torre, un gran “contra-relieve” tatliniano hecho ya edificio. Las torretas de los navíos, las estructuras de los pozos de petróleo de Bakú en el Mar caspio y la misma Torre Eiffel están entre los referentes que se reconocen influenciaron el proyecto. La diferencia de concepto con la Torre Eiffel radica en que esta era una construcción para demostrar precisamente la posibilidad constructiva. La Torre de Tatlin era un vehículo para demostrar la inevitabilidad del advenimiento de la revolución socialista y el comunismo.

En su ingeniería se trata de una compleja estructura en perfiles de acero que se inscribe en un cono trunco. Una gran viga que se eleva en diagonal hacia arriba y al frente sostiene dos grandes espirales ascendentes como una espina dorsal un costillar. Las espirales se apoyan también en perfiles verticales e inclinados. Se combinan así dos elementos simbólicos la diagonal y la espiral. La diagonal línea preferida de la vanguardia soviética, por su dinamismo, equilibrio inestable y empuje hacia arriba y adelante. La espiral como símbolo del devenir evolutivo de la sociedad, desde lo primitivo hasta el comunismo.

Para captar la “arquitectura” de la torre hay que invertir la percepción. Son de hecho cuatro edificios separados e independientes pero a su vez interrelacionados en el espacio y en el tiempo, a lo largo de una diagonal ascendente. Se trata de cuatro volúmenes geométricos puros suspendidos en el espacio, colgados de la estructura, que de tan compleja conforma una fachada de revolución transparente. En sentido ascendente y de mayor a menor se trataba un cubo, una pirámide, un cilindro y media esfera. Todos estos volúmenes en vidrio con una malla estriada y “suspendidos”. Se unían por su eje a la estructura de la cual colgaban y giraban en torno a él. Estos edificios en estado formal “puro” darían cabida a los congresos mundiales comunistas (cubo de 110 m de lado), al Secretariado y Ejecutivo del Comintern (pirámide), a una estación de agitación y propaganda internacional (cilindro) y a una emisora internación de radio (semiesfera). Todas estas funciones serían a lo largo del SXX un referente organizacional para todos los partidos comunistas del mundo encabezados y guiados por el mismo PCUS.
La complejidad de la estructura y la forma, lo sostenido y lo que sostiene, que hay en ella de ingeniería, que de arquitectura, que de arte sencillamente, están en una relación dialéctica que puede interpretarse en el más puro y hegeliano sentido del término. Tatlin no era ni arquitecto ni ingeniero. Desdeñaba además todo lo “académico” en arquitectura. Pero su creación se convirtió en emblema de la vanguardia soviética en arte y arquitectura. En esos días se buscaba sin el menor tapujo la aplicación de las leyes del materialismo dialéctico marxista al diseño. Y la Torre fue un ejemplo.
Paralelamente el autor utilizó en el proyecto referencias cósmicas y herméticas. La espiral ascendente era símbolo idóneo del proceso dialéctico hegeliano que en la visión de Marx llevaría aplicado en lo social al comunismo, luego de un proceso de tesis antítesis y síntesis. La espiral también desde la antigüedad representaba a Hermes y tenía connotaciones místicas.

El ángulo de inclinación de la gran viga coincidía con el del eje de rotación de la tierra. La Torre tendría 400 m de altura, número también en relación con el Planeta, siendo 1/400.000 de un meridiano terrestre.

Estas referencias eran una expresión directa del rol de la Tercera Internacional Comunista, cuya misión declarada era la revolución planetaria y el triunfo del socialismo y el comunismo en el orbe.

El edificio conmemorativo era a la vez sede de las más altas instancias de la revolución proletaria mundial. Era también un aserto, una declaración de victoria y de porvenir. En lo artístico y tecnológico su torre era una invitación a la invención

Los cuatro volúmenes puros, los edificios en sí de la obra, introducían un elemento temporal en función de su movimiento rotatorio dotando a todo el objeto de un dinamismo esencial a la revolución que representaba. El cubo giraría sobre su eje una vuelta al año, como la Tierra alrededor del sol, la pirámide una vez al mes, como la Luna alrededor de la Tierra, el cilindro una vez al día como la Tierra en torno a su eje, y la semiesfera una vez cada hora como unidad social de tiempo.
El dinamismo permeaba así la estructura, los elementos sostenidos, las funciones realizadas en ellos y a los mismos trabajadores que las habitarían. De haberse construido en la entonces Petrogrado (San Petersburgo) o en Moscú, sería percibida como un descomunal y complejo artefacto en movimiento interno constante, como la revolución misma que quería representar.

La torre sería enteramente construida en hierro y vidrio. El hierro representado la firme voluntad revolucionaria del proletariado. El vidrio la limpidez de su conciencia de clase de vanguardia en el proceso ascendente de la evolución de la sociedad humana según el marxismo-leninismo. “El hierro es fuerte como la voluntad proletariado. El vidrio limpio como su conciencia” (Tatlin).

La Torre de la III Internacional Comunista sería una suerte de Anti-Babel. Si Babel era el símbolo del castigo divino ante la arrogancia humana y concluyó en el caos y la segregación en lenguas ininteligibles entre sí, la Torre de la III Internacional era una loa precisamente al atrevimiento y la intrepidez humana. Esta concluiría no con el caos de lenguas y naciones entre los hombres, sino con la armonía en una única realidad política planetaria e internacional, el comunismo. La palabra “internacional”, como opuesta a “nacional”, era una piedra angular del leninismo, en cuanto entendía que la revolución planetaria solo había empezado con Rusia.

Es difícil saber cómo procedió Tatlin a realizar su proyecto, si primero concibió los volúmenes y luego los rodeó de una estructura de la cual colgarían, o por el contrario comenzó por la forma estructural y luego colocó en el interior los volúmenes. El resultado es la conocida Torre de Tatlin que hace más referencia en su propia denominación a la estructura metálica exterior. En cualquier caso la relación es compleja pues de haber existido, los grandes volúmenes girando a distintas velocidades hubiese cobrado gran protagonismo colgando en el interior, especialmente en los días “nocturnos” del largo invierno ruso donde hay que prender las luces a las 15:00hs para seguir trabajando en las oficinas. Se hubiese producido así un inusitado efecto de inversión.

La Torre-Edificio-Monumento era un artefacto para acelerar la venida del futuro y fue diseñado sin tener relación con un sitio concreto de la urbe. De hecho pudo ser construido en el Campo de Marte de la actual San Petersburgo, como en la Plaza Revolución enMoscú.

A lo largo de los casi 100 años pasados desde el proyecto de Tatlin se han realizado algunas maquetas del edificio, todas ellas convirtiéndose de por sí en una obra de arte propia. La primera de ellas fue realizada por el propio Tatlin para presentar su idea y expuesta en medio de un festival artístico y de agitación política con muchas connotaciones de teatro. Las fotos en las que se ve a Tatlin con sus ayudantes construyéndola tienen un efecto teatral premeditado buscando resaltar la importancia del proceso constructivo en sí.

En la actualidad las dos maquetas más importantes de la Torre de la Tercera Internacional se encuentra en Estocolmo y Moscú, ambas en madera. En 2012 Philip Cooper, ingeniero estructural y Director del Cambridge Architectural Research realizó una maqueta en hierro en escala 1:40 del proyecto original con motivo de la exposición “Construyendo la Revolución”.

El proyecto de Tatlin que retrospectivamente ha sido identificado como símbolo del constructivismo ruso, tiene con este diferencias conceptuales esenciales. Tatlin apostaba simultáneamente a la tecnología de punta y a lo arcaico. En términos de proyecto y diseño era intuitivo y orgánico , exactamente lo contrario de lo que proponían los constructivistas en su pretensión de rigor científico materialista y dialéctico

La aproximación de Tatlin era individualista y romántica. Y en sus últimos años, cuando la vanguardia era un suceso olvidado en la realidad soviética, la fuerza creativa que materializó en la Torre , la desplegó en el teatro.

La Torre representa sin embargo a la vanguardia y a toda una época de la historia de la URSS y de Rusia, en cuánto búsqueda apasionada de un ideal nunca realizado. Se trataba de una propuesta de edificio en altura, muy diferente en lo conceptual, a los que por esos días asombraban al mundo. La Torre de Tatlin era un rascacielos colgante, cuya “fachada” era la misma estructura. A través de sus vigas de hierro rectas y curvas se veía lo sostenido, constituido por cuatro edificios independientes girando mecánicamente con la misma precisión que los bolcheviques asignaban a la ciencia de la revolución, el marxismo-leninismo.
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